martes, 5 de mayo de 2009

Experiencia de escritura

Mi relación con las escritura empezó allá, por el 2001, cuando con una de mis amigas, la mejor en su momento, todos los sábados a la tarde nos reuníamos, ya se en su casa o en la mía, para jugar a diferentes cosas como cualquier chico. Pero sin dudas lo que mas nos gustaba era lo que en su momento llamábamos “la maestra”. Y fue de este simple juego que se desprendió lo que hoy titulo mi primera experiencia con la escritura, ya que a partir de él, escribir cuentos fue desplazando al resto de los juegos hasta convertirse en la causa principal de nuestras juntas. Tanto nos gustaba que fuimos formando una especie de carpeta, donde archivábamos nuestras fantasiosas e inocentes producciones.
Sin siquiera detenerme a pensarlo, esta situación me marco, ya que fue la primera vez que la escritura nacía de mi interior, sin estar condicionada por una tarea para el colegio.
Unos años mas tarde, precisamente seis, tuve mi segundo encuentro significativo con la escritura. Fue en el colegio, cuando tuve que hacer un trabajo en el cual tenía que escribir 5 momentos importantes de mi vida, dando una pequeña reseña de cada uno de ellos.
Fue una experiencia rara, que tuvo su parte alegre y su parte triste, ya que tuve que recorrer mi vida en reversa pasando por todo, lo lindo y lo feo, lo feliz y lo no tanto.
Un año mas tarde, mi entonces profesora de literatura, nos invitó a formar parte de un taller de escritura que solo duraba unas pocas semanas. Una de las consignas a cumplir tenía como objetivo conocer más acerca de la familia de cada uno. Fue gracias a aquella, que no solo conocí muchas cosas más de mi círculo familiar, sino que pude pasar tardes visitando primos, tíos y demás. Pero sin dudas lo mas emocionante de esa consigna, fue que un breve resumen de la historia de mi familia pudo quedar sentada por escrito, para que cualquiera de nosotros en esos domingos familiares en la casa de mi abuela pueda recurrir a ella para recordar viejos tiempos.

Islas Malvinas

Podría haber elegido cualquiera de los documentales o actos que suelen aparecer en los medios en esta época, si embargo decidí quedarme con el film de Tristán Bauer “Iluminados por el fuego”.
Se trata de un film que refleja el infierno cotidiano que debieron atravesar aquellos adolescentes de alrededor de 18 años, muy mal preparados y peor equipados, que fueron llevados sin lugar a elección alguna a combatir en las islas contra uno de los ejércitos más fuertes del mundo.
La trama se centra en la historia de Esteban Leguizamón, un ex combatiente y ahora periodista que luego de recibir la dura noticia de que uno de sus compañeros de lucha y amigo se encuentra en estado de coma por haber intentado suicidarse, decide navegar en el tiempo y en su memoria, trayendo a la actualidad de su vida aquellos recueros dolorosos y crueles de lo vivido en guerra. Y es precisamente esto lo que lo lleva a volver a las islas para tratar de cerrar una herida, que como todos sabemos, es muy difícil de cerrar…por no decir imposible. Esto se ve en las cifras que fueron apareciendo a medida que la guerra quedaba más lejos en el tiempo, pero siempre firme en nuestras memorias. Es que el número de muertes por suicidio terminada ella supera ampliamente a aquellos que dejaron su cuerpo, alma y vida durante el combate.
Es algo muy difícil de pensar y más que nada de entender, que los encargados de representar y defender a un país, nuestro país, hayan sido jóvenes, adolescentes con escasa experiencia de vida.
Desde mi punto de vista, “Iluminados por el fuego”, hace algo mas que mostrar la experiencia de un ex combatiente, nos lleva también a la reflexión, haciéndonos ver todos los hechos con otra mirada, con los ojos de quienes fueron sus principales victimas.
Para terminar y tratar de ponernos solo por un minuto en la piel de quienes tuvieron que volver a casa siendo héroes, aunque con la derrota a cuestas, elegí un pequeño fragmento, una conclusión que cuenta el protagonista:
“…a pesar de nuestro esfuerzo, del valor de algunos y del coraje de nuestros pilotos que con sus aviones se habían arrojado sobre la flota inglesa, la improvisación, el sadismo y la traición de quienes habían torturado a su propio pueblo, nos habían llevado a la derrota.
Los ingleses no necesitaron disparar las armas nucleares que traían en sus barcos. Con el apoyo de la OTAN y la ayuda norteamericana, basto para adueñarse de un territorio que no les pertenece. Se apoderaron una vez más de nuestras islas. Festejaron sobre nuestra sangre. Nosotros enterramos a nuestros muertos y derrotados volvimos al continente. Nos impusieron un pacto de silencio. ¿Por qué no hablar de Malvinas? ¿Para quién fuimos héroes? ¿Quien saludaría nuestro regreso…nuestro volver a la vida?
Al llegar a mi casa esperaba los pasacalles, a la gente recibiéndonos con abrazos y llanto. Un perro ladraba en la noche vacía, y al fondo de la calle solo mi madre me esperaba con su abrazo…”

Rafaela

Navegando en el tiempo pasado me voy encontrando con la lectura de diferentes libros que de una forma u otra, por un motivo u otro dejaron una marca en mí…

Uno de ellos es “Rafaela”, un hermosa historia escrita por Mariana Furiasse, que si bien parece simple, desde mi punto de vista tiene varios puntos en los que se puede ahondar.

“Rafaela” cuenta la historia de una adolescente de alrededor de dieciséis, diecisiete años, que aunque sus caderas sean anchas y su contextura enorme, se siente invisible a la mirada de los demás. Tiene una vida chata, que nada tiene que ver con la de sus cuatro únicas amigas. Le molestan los lugares con mucha gente, ni hablar de un boliche, un cumpleaños o una fiesta. Prefiere quedarse en casa mirando la tele, tal vez comiendo, pero con la seguridad de estar al resguardo de las miradas con intenciones de juzgar que vienen de los demás.

Cuando Rafaela llegó a mi vida, yo estaba atravesando la plena adolescencia, tendría tan solo unos dieciséis años, época en la que la apariencia física parecía serlo todo. Casualmente una mis de mis amigas más cercanas, por no decir la más cercana, tenía el mismo problema, o trauma, si se puede llamarlo así, que la protagonista de la novela. Yo al principio no entendía cómo siendo tan amigas y compartiendo tantas cosas desde muy chicas, había cosas, lugares, fiestas, que ella prefería evitar. Es más, yo creo que en el fondo odiaba cada vez que se presentaba una de esas cosas. Pero fue a partir de conocer la historia de Rafaela, que pude entender su situación y hasta llegar a sentir, esa angustia, ese dolor, esa impotencia, de no poder llevar una vida como cualquier adolescente.

Fue un libro que despertó mucho la reflexión en mí, y me llevo a preguntarme: ¿Cómo es posible que nos cueste tanto ponernos en el lugar de otro, pero que nos sea tan fácil juzgarlo sin pensar que una risa o tal vez una simple mirada nuestra puede despertar tanto dolor en el otro?

Es por eso que hoy, después de casi 3 años de que Rafaela haya llegado a mi, sigue presente en mi cabeza, y yo se que siempre va a haber un lugar para ella y para su experiencia de vida, que sin dudas marcó la mía.