martes, 5 de mayo de 2009

Rafaela

Navegando en el tiempo pasado me voy encontrando con la lectura de diferentes libros que de una forma u otra, por un motivo u otro dejaron una marca en mí…

Uno de ellos es “Rafaela”, un hermosa historia escrita por Mariana Furiasse, que si bien parece simple, desde mi punto de vista tiene varios puntos en los que se puede ahondar.

“Rafaela” cuenta la historia de una adolescente de alrededor de dieciséis, diecisiete años, que aunque sus caderas sean anchas y su contextura enorme, se siente invisible a la mirada de los demás. Tiene una vida chata, que nada tiene que ver con la de sus cuatro únicas amigas. Le molestan los lugares con mucha gente, ni hablar de un boliche, un cumpleaños o una fiesta. Prefiere quedarse en casa mirando la tele, tal vez comiendo, pero con la seguridad de estar al resguardo de las miradas con intenciones de juzgar que vienen de los demás.

Cuando Rafaela llegó a mi vida, yo estaba atravesando la plena adolescencia, tendría tan solo unos dieciséis años, época en la que la apariencia física parecía serlo todo. Casualmente una mis de mis amigas más cercanas, por no decir la más cercana, tenía el mismo problema, o trauma, si se puede llamarlo así, que la protagonista de la novela. Yo al principio no entendía cómo siendo tan amigas y compartiendo tantas cosas desde muy chicas, había cosas, lugares, fiestas, que ella prefería evitar. Es más, yo creo que en el fondo odiaba cada vez que se presentaba una de esas cosas. Pero fue a partir de conocer la historia de Rafaela, que pude entender su situación y hasta llegar a sentir, esa angustia, ese dolor, esa impotencia, de no poder llevar una vida como cualquier adolescente.

Fue un libro que despertó mucho la reflexión en mí, y me llevo a preguntarme: ¿Cómo es posible que nos cueste tanto ponernos en el lugar de otro, pero que nos sea tan fácil juzgarlo sin pensar que una risa o tal vez una simple mirada nuestra puede despertar tanto dolor en el otro?

Es por eso que hoy, después de casi 3 años de que Rafaela haya llegado a mi, sigue presente en mi cabeza, y yo se que siempre va a haber un lugar para ella y para su experiencia de vida, que sin dudas marcó la mía.

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